lunes, 4 de julio de 2011

Textos sobre cansancio.

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Uno a veces se cansa. ¿De qué? Bueno, son muchas cosas. Definitivamente en mi caso no hablo de un cansancio existencialista, sino de una sensación física que me es bastante placentera, como hacia mucho tiempo que no sentía. Tratando de encontrar qué es lo que me tiene así creo que el principal motivo es que no hay muchas preocupaciones rondando mi cabeza y que hace ya un rato no padezco de tensiones que antes me robaban el sueño. Y es que eso ocurre, ¿no? Que procesamos ideas y las retemos a tal grado que se convierten en pensamientos poderosos que influyen en nuestros organismos. El famoso estrés. Yo lo llamo desespero, zozobra e incluso efecto placebo. Porque es así, la sugestión nos domina y de esa forma es que no nos permitimos gozar de lo que es el agotamiento en todas sus variantes. ¿Cuáles son? ¡Hay una infinidad! Sentirse cansado por reír, por esperar una buena noticia, por hacer algo que realmente disfrutamos, por tener buen sexo (¡Sexo!), por amar a destajo sin recibir nada a cambio (duele, es cierto, pero la sensación de haber dado todo es de paz y tranquilidad), por haberse recuperado de una guerra ganada y también de una que se perdió, por estar cansado... por tanto que nunca podría terminar. Yo, en este instante, estoy agotado por haber leído toda la tarde y darme cuenta de gozo en extremo esos momentos donde somos mis libros y yo y nada más. ¿Solitario? Sí, probablemente. ¿Quién no? Honestamente no lo sé (y puede que ni me importe) pero yo no me siento mal. Solitario pero no solo, y es de las pocas cosas de las que jamás me cansaré. ¿Usted cómo se siente hoy? Piénselo, probablemente la próxima ocasión quiera responder: "Felizmente cansado." Así como un servidor se lo manifiesta ahora: Cansadamente bien y créame que estando así los momentos de descanso se disfrutan enormemente. Yo me voy a dormir. Usted haga lo mismo cuando esté en una situación parecida. Le va a gustar, se lo garantizo. 

domingo, 3 de julio de 2011

Reflexiones de un [joven] mexiquense sobre las elecciones en su estado.

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Estado de México, Estados Unidos Mexicanos. 3 de julio de 2011. Ya se fueron 45 días de campaña en los que 3 candidatos debatieron, prometieron, se descalificaron y muchas cosas más de entre las cuales siempre habrá de destacar el que buscaron a través del proselitismo la consecución del poder. Se les dieron millones de pesos que salieron de los bolsillos de todos los que pagan sus impuestos (por la buena o por la mala, pero los pagan). Se los gastaron en spots de radio y televisión, en espectaculares colocados en las principales vialidades de la entidad federativa, en ropa especial (chamarras, gorras, camisetas, etcétera), en lápices, plumas, libretas y mochilas, en una infinidad de artículos estampados con sus nombres, rostros y los colores de su fracción política. Se fueron así 45 días. Hasta hoy que llegó el día en que 10,555,606 (diez millones quinientos cincuenta y cinco mil seiscientos seis, por si no se ubica bien la cifra) debimos de haber ejercido el derecho [y obligación] del sufragio, de la elección. Al momento de estar escribiendo esto les digo con mucho pesar que ni la mitad de esos más de diez millones salieron a las calles para emitir un voto en favor de quien fuera, eso ya no importaba, sino en favor de sí mismos, en el de la inexistente democracia mexicana. Y si digo inexistente es porque me remito estrictamente al significado etimológico de la palabra "democracia" (demos es pueblo, krátos es gobierno), el "gobierno del pueblo". De un universo. De un todo. Con las cifras se puede palpar la realidad de una ficción que nos incluye a todos: el de la política que no es legítima (cosa distinta de la legalidad). En este instante ya las 3 partes competidoras por mi estado (sí, mío, porque aquí he vivido siempre) se pronunciaron. Los dos perdedores aceptaron eso: su derrota. El ganador entre vítores ya se ha vanagloriado y de paso ha hecho los primeros agradecimientos. También las primeras -y típicas- promesas: La unidad, la conciliación, el trabajo incansable, et al. ¿Y qué les puedo decir de los medios de comunicación? Esos que deben de llevar la verdad a los que nos interesamos por los procesos electorales. Me atrevo a definirlos en una palabra: Atroces. Por una parte el canal oficial del Gobierno del Estado de México, el canal 34, todo el tiempo habló de unas elecciones en paz, fluidas y sin mayores incidentes. Jamás mencionaron las irregularidades en Nezahualcóyotl, por ejemplo, donde la policía municipal y grupos armados "desconocidos" amedrentaban a los votantes en favor de "sabrá Dios quién". O lo que sucedió cerca de mi hogar en el distrito XLI donde gente del Partido Revolucionario Institucional pagaba a los funcionarios de casilla, por decir algunos casos. Después el canal Milenio Televisión en un acto totalmente sensacionalista declaraba a las 18:00 horas a los ganadores de las elecciones en este, el Estado de México y en Coahuila. Un momento más tarde lo haría con el tercer estado en disputa: Nayarit. ¿Dónde queda la ética? ¿La mesura en actos de tanta relevancia? En último término, sin lugar a dudas. Los diarios a través de sus redes sociales y sus ediciones digitales tenían mayor apertura en cuanto a irregularidades pero no tanta como la denuncia ciudadana, la del civil que salía a la calle con un teléfono celular e Internet y compartía su experiencia. De igual manera hubo poca o nula difusión de información sobre cómo denunciar anomalías ante la Fiscalía Especializada para la atención de los Delitos Electorales (FEPADE). En suma: No se cumplió con la labor de informar objetiva y oportunamente. En otros caso se abusó y se cayó en el oportunismo. ¿Y la ciudadanía? Dividida. Criticando y atacando a unos y otros. En una especie de racismo político donde ser partidario de uno u otro color es sinónimo de descalificación y adjetivos despectivos. Hay un gran predominio de esto y muy poca objetividad. Me da tristeza darme cuenta que por un lado la política de mi país es una ficción muy real, y por el otro que quienes deberían de unirse verdaderamente para salir adelante han caído en un fanatismo que solo nos echa a pelear entre semejantes. ¿A dónde llegaremos? Quisiera decir que solo Dios sabe, pero puede que ni él.