viernes, 26 de abril de 2013

Danza


El aire, el agua, los listones sueltos que se aferran a tu cabello, la pausa involuntaria de tus tobillos cuando te alzas para acercarte un poco al cielo; el campo de flores que atestigua un paso a la izquierda, luego otro hacia atrás. Un-dos-tres, un-dos-tres, un-dos-tres. La luz subversiva que corre dentro del ojo hasta disolverse mientras te abres como ciruela: tierna e incontenible en la revolución del dulce goteando bajo los dedos. 

Una danza distraída que trepa murallas sangrientas, un grito ensordecedor a la altura de 1965 en Indonesia. La muerte, resignada a la buena voluntad de tu ritmo, te ronda hasta encerrarte en el espiral que nunca se acaba y que comienza con la fuga de tu aliento; vaho encantado que se promulga todos los días en la misma alameda de tu risas tormentosas que me siguen y despiertan en la madrugada. 

Un-dos-tres, un-dos-tres, un-dos-tres, el silencio de los brazos por donde el polvo se cuela, la sacudida de la inundación que eres al cantar; así te desnudas, con el olor del café recién cortado, con la falda de nubes que tejiste con trozos hurtados en cada salto. El aire, el agua, los pómulos esperándome. Tu sombra destrozada.

lunes, 22 de abril de 2013

Escritor


Se solicita escritor. Edad: Muchos años esperando en la orilla del camino que lleva de vuelta a ninguna parte. Perfil: Hombre ensimismado, de andar derrotado y mirada polvosa. Párpados caídos que se renueven cada lluvia; indispensable contar con una historia que no esté dispuesto a escribir de un solo golpe, pero sí en breves fragmentos sueltos que se confundan con ficciones. 

Es preciso que no tenga esperanzas que le hagan aspirar a ser querido sin respuestas ni mucho menos a querer carente de preguntas. Entre sus virtudes, debe contar con la de amar a deshora y sin el aliento de quien cree en los corazones indestructibles. También se necesita que posea defectos. Es imprescindible que tema a las camas interminables y el mar que emana de los encuentros entre los que sólo viven para las entrepiernas humedecidas. 

Son deseables las recomendaciones de sus dos últimos fracasos. Éstas deberán ir firmadas por el tiempo que pasó para que se volvieran realidades como pétalos cayendo sobre el asfalto al mediodía. El salario es modesto: mil quinientas páginas en blanco. Las prestaciones comprenden el retiro tras la culminación de una estatua de sílabas que será colocada en el centro de la pupila, así como la conjugación de su nombre en tres tiempos: mañana, al último y pasado el silencio. 

domingo, 21 de abril de 2013

Línea


Hay una línea mayor que se escribe bajo la sombra de mi lengua sumergida en la bravura de tu vientre. Línea que rompe la calma, línea recta hacia el sabor de tu boca tras una noche sin mí; pero hay un momento en el que las sílabas se pierden, donde los átomos que conforman esta intimidad perfecta se han desintegrado. Me miras. Te miro. Hemos ocurrido; esta línea, entonces, es un accidente.

Luego, unas ruinas. Una fortaleza húmeda que envilece el paisaje de la memoria que nos reúne aquí, en el centro de tu cabello enredándose en mi mano (en la izquierda, porque la derecha no sabe, no quiere estar pretendiendo que las distancias se acortan). Pero sigue andando la luna, sigue la línea del fuego espacial que ya no quiso escribirnos. Hablando de escribir: ya no hay cartas, ya no hay costumbres de calma entre cada beso, el mismo que ya no queremos darnos. Porque ya no hay tiempo de seguir con esta farsa, me guardo, dejo que esta línea se pierda. 

Sólo me quedas para subir. Para caídas: "una línea que salve tu tiempo, que derroque a la reina, que diga la medida en que el viento dejará de envolver este cuerpo seco, inmortal".


jueves, 18 de abril de 2013

Puta




Eres una puta. Una mujer indiscutiblemente humana, con tus defectos de puta, tus tetas de puta, tus caderas escurridas de puta y esas comisuras infinitas, ésas donde puedo deshacerme en sollozos que marchitarán la luz que entra por la ventana; la misma cuadratura por donde escapan los gemidos.


Eres un estallido. Una fuerza imparable que se estrella contra la mirada, la mía cuando te recorre palmo a palmo en busca de una razón más fuerte que el lunar de tu pierna izquierda. Al mismo tiempo, sin saber cuándo comienzas a serlo, eres una debilidad difícil de controlar; tanto como el andar de un segundo tras el siguiente. 


Somos un anochecer que tarda en caer sobre la cama. Porque así, tendidos, desparramados en la libertad de un cuarto escondido en la inmensidad de esta ciudad, nacemos para morirnos mutuamente. Para guardarnos en silencio justo cuando un estruendo sigiloso cubre nuestro cielo. El mismo que carece de alas, el mismo que no tiene esperanza mayor que el fuego y la entraña contraída en los días juveniles. 


Así, sin mucho más que añadir, eres un disparate alojado en las yemas de mis dedos. Una defensa a la que recurro cuando lo demás ya me ha vencido. Incluso cuando “” eslo demás”.