martes, 27 de diciembre de 2011

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Póngale play antes de comenzar a leer.


Puede ser, no sé que en algún momento las personas que me construyeron vuelvan a este sitio destruido; vendrán y verán las grietas dolorosas que recorren mis costillas y tardarán en darse cuenta que eres tú la falta de rectitud para andar sobre la arena inocente de la playa en que alguna tarde prometí ya no buscarte pero no pude. Entonces, cuando me alcance el dolor del alma y el médico no pueda aliviarlo miraré abrumado por el desconsuelo a los que han venido para buscarme. Los miraré porque no sé si me den esperanza o quieran darme tu cuello para devorarlo, arrancarla la carne... clavar amorosamente mis colmillos en la yugular y sentir que me muero, que es mi corazón el que retumba en el fondo de las ruinas erigidas sobre tu espalda. Oh, esa anatomía dispersa, estos dedos que tocan sin tocar, que ese desvanecen cual muro ante la interminable derrota del cielo estrellado y la soledad consoladora. Pero no llegan, no han acudido a mi lamento, a mi mugir desgarrado. Ayer fue el día en el que, sin tener noción ni nada, te culpé de este frío y te maté, y me arranque´los gritos porque ya no podía escucharte. El amor sordo. El amor que salió de mi ojo y te despertó cuando te ibas a dormir sobre mi pecho. Preguntaste porqué lloraba... y amanecí envuelto en sábanas blancas antes de que una estrella dijera "ya no está". 

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