viernes, 3 de mayo de 2013

Encierro


"No hay paraíso hasta que se ha perdido".

Marcel Proust

Caminando sobre la calle que da al sur, observo. Un comienzo se escribe bajo el cielo que nos acompaña; las aves, con sus alas pesadas, con su batir de pinceles emplumados, graznan que cada paso es una hora menos en la tertulia donde tus padres y los míos se conocieron. El aire sopesa mis latidos; me detiene. Una nube, delicada, se rompe y llueve sobre el lomo erizado de un gato callejero.

Una luz violeta dicta el fin de la tarde donde no volveremos a coincidir. Pero miro a tu ventana con las ganas de quien mira el resultado final de una prueba de un ciclo que acaba. Un hálito se escapa por el cristal . Suspiro; bajo la mirada y me doy cuenta de que hace mucho he sucumbido ante el ruido insoportable de las hojas reclamando ser escritas. 

Ya he vuelto. Estoy abrazado de un silencio que amenaza con la convulsión de un momento a otro. Éste, el encierro del que soy víctima, te destruye. No te quiere. Soy suyo hasta que el tiempo diga: "todavía". Corre lejos, mientras tanto, corre hasta que las piernas no sean suficientes y entonces las alas de esta mañana sean el pretexto de una muerte. De nuestra muerte. Mira, nos está observando.

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